Por Leonardo Zaleta

Cronista de la ciudad

La amena lectura fue rubricada con una jubilosa ovación. Aplausos. ¡Bravo! Emilio invitó al público a hacer preguntas o comentarios. Fue un punto de encuentro entre el autor consagrado y un público ávido; reactivó a la nueva generación que lee teatro, ensaya, selecciona el reparto, y vence las carencias de producción, escenografía, iluminación, vestuario, sonido, promoción, y personal de apoyo. La reactivó.

Un adulto mayor comentó que en 1958 vio en la ciudad de México la película “Cabaret  trágico”, con argumento de Carballido, y un trio inolvidable: Ana Bertha Lepe, Kitty de Hoyos y Columba Domínguez.

Otro asistente se refirió a la película “La Rosa Blanca”, filmada parcialmente en Poza Rica en 1961, con Ignacio López Tarso y Rita Macedo, basada en la novela de Traven, pero con guion cinematográfico de Carballido y otros.

Un joven  comentó que leyó la novela “Las visitaciones del diablo” y que después vio la película con Ignacio López Tarso, Enrique Lizalde,  Gloria Marín, y otros actores, pero que le gustó más el libro.

Alguien recordó que Carballido escribió el guion para la película  “Macario” (de Traven) con que surgió al estrellato López Tarso en 1959.

Algunos asistentes sin rubor confesaron que esa noche habían vivido su primera experiencia  teatral, por lo que la habrían de recordar toda la vida. Le expresaban a Emilio su emoción por haberlo conocido. La fanática multitud abandonó las butacas con caritas alegres, solazándose por esta función sin precedentes.

Le entregué al dramaturgo un diploma de reconocimiento. La asistencia y el entusiasmo del público rebasaron nuestras expectativas.

Ya tras bambalinas Norma dijo: Maestro, espero que le haya gustado mi humilde trabajo. El dramaturgo le contestó: “Claro que sí. Sólo tengo una queja: le quitaste al personaje el juego erótico, la hiciste santurrona”. Normita algo afligida contestó: “Maestro, le pido perdón por eso, es que Karlita tiene 13 años, está altita pero va en segundo de Secundaria, y sus papás son muy conservadores, así que tuve que eliminar el desnudo”. Emilio esbozó una sonrisa y comentó: “la moral provinciana… creí que era mayor”. Felicitó a Karla por su talento y le ofreció una beca para estudiar actuación en Xalapa.

El Teatro Social lució como en sus días de gloria. Los muchachos estaban jubilosos, habían vivido una experiencia tremenda, una cátedra. No hubo funcionarios ni políticos. Así estuvo bien, pues algunos solo asisten para pavonearse, y otros llegan como quien incursiona en un territorio hostil sin que nadie pueda salvarlos.

En el teatro, el foro, el espacio dramático representa el mundo, la realidad social, y cuando el público es escaso, en el argot se dice que “un solo hombre es toda la humanidad”. Afortunadamente poco faltó para presumir a la entrada el codiciado letrero: Localidades agotadas.

Después de la jornada invité a cenar a Emilio y Adrián, que ese día habían viajado, así que para no desvelarle sus 71 años, charlamos brevemente en el restaurante Faja de Oro. Acto seguido hicimos mutis.

Al día siguiente Carmelita y yo llevamos a nuestros invitados a la barra de Cazones. En el trayecto, a la altura del kilómetro 44, al pie de la carretera, dentro de un potrero, una palmera altiva  había montado sus raíces en el tronco de una higuera. Emilio se emocionó con lo que yo definí como un capricho de la naturaleza. Esto es un idilio, me corrigió.

La Cocina de Pánfilo es una choza típica donde hasta el más inapetente rinde tributo a la gula sin remordimiento. La carta es digna del paladar más remilgoso: caldo largo, salpicón de jaiba, camarones macuil a los que Emilio insistía el quitarles el caparazón con tenedores, hasta que optó por hacerlo a mano limpia; hueva de lisa frita, ostiones a la pimienta, zaragalla de pescado, enchiladas de pipián y rojas con tortillas recién salidas del comal. Acometimos el reto que sirvió de marco a la charla ilustrativa y tan deliciosa como los manjares.

Al tocar el tema de los grupos de teatro experimental, comentó que es la herramienta de una generación en búsqueda de formas nuevas para reproducir la temática social. Comentó que el teatro debe abordar la sicología, el lenguaje y la problemática mexicana… la alianza perfecta es: autor-director-actor. El teatro socialmente es un agente del cambio. “Matrimonio y mortaja” la escribió a petición de los alumnos de la Escuela de Arte Teatral. Le confesé que a menudo venían compañías a presentar vodeviles a base de risas, leperadas y desnudos. Guardó un  decoroso silencio.

Atravesamos el río en una lancha con motor fuera de borda y llegamos a la playa solitaria. Caminamos en la arena caliente un largo tramo, el calor arreció y sin poder contenerse me preguntó ¿qué pasaría si entro al mar encuerado? El mundo no se va a acabar, le dije. En el contorno no había un alma ni para remedio. Y plácidamente disfrutó  un baño de pureza.

Por la noche, en el auditorio de Pemex, el Grupo Oro Negro dirigido por Alberto Cruz, una gran tradición teatral, presentó “Dos intentos de suicidio” de Héctor Mendoza. Y el maestro Dagoberto disertó sobre el tema  “Puesta en escena de obras de Emilio Carballido”. La función resultó espléndida.

Al finalizar la jornada nos fuimos a cenar a un modesto local que en ese entonces tenía doña Carmen al fondo de la calle Revolución de la colonia Lázaro Cárdenas. A la entrada Emilio le echó un vistazo a las sartenes humeantes de aromas lujuriosos, colmadas de sopes, huaraches, taquitos, molotes, tostadas, chiles rellenos, blanditas, tamales, carne asada, patitas capeadas y queso fundido. Le pregunté: ¿Qué se te antoja? Todo, me contestó. Y con ese porte sacerdotal que lo distinguía comenzó a saborear un platillo y el siguiente.

El domingo visitamos la zona arqueológica de Tajín, nos acompañó el maestro Dagoberto y su esposa. Después del recorrido nos tomamos la foto del recuerdo antes que emprendieran el regreso por carretera rumbo a Xalapa. Mi inconmensurable admiración y agradecimiento por el dramaturgo cumbre del teatro latinoamericano, es uno de los recuerdos que guardo en el archivo de mi corazón con el mayor afecto.

El viernes 20, la maestra Olga Irma Toríz experimentada directora del grupo La Barraca del CBTIs presentó “Partida para un nacimiento” de autor anónimo, y Antonio Argudín, licenciado en arte dramático por el INBA tituló su charla: “El álbum de Emilio Carballido”. El auditorio del Deportivo Petrolero lució pletórico y animado. Toño fue secuestrado por sus amigos que no ocultaban el gusto de verlo en esta tierra hospitalaria donde el sol abrasa.

El sábado 21, en el auditorio de Pemex, el Grupo “Martínez de la Torre” presentó la farsa en un acto “Una enfermedad incurable”, de Juan Carlos Ramírez, dirigida por él mismo. El domingo 22, Norma Irene presentó con el elenco del CIFA la comedia infantil en dos actos “El rey León. El público concurría gustoso a la programación.

El viernes 27, en el auditorio de Pemex, se presentó el grupo de la secundaria Ricardo Flores Magón bajo la dirección de Jorge D. Ramón Levario con la comedia en un acto “Pájaros de celda” de su propia autoría, con una gran aceptación de los espectadores.

El sábado 28, el grupo de la secundaria Salvador Díaz Mirón dirigido por Norma Irene presentó la farsa “Cuentos de amor y desamor”, que incluye las piezas: La mordida, de Mary Castañeda; La pesadilla, de Emilio Carballido; Romeo y Julieta de Héctor Berthier, y César y Cleopatra de Bernard Shaw. Excelente. El domingo 28 tocó el turno nuevamente al grupo Oro Negro con la comedia “La Bella Durmiente”, espectáculo montado para niños y jóvenes, en el auditorio de Pemex. La obra escénica hizo la delicia de los pequeñines y sus padres.

La  jornada del último fin de semana en el Auditorio de Pemex, incluyó: el viernes 4 de octubre, al grupo La Barraca  con el drama “El juicio final” de José Luis Martínez. El sábado 5, el grupo “Comedia Andante de Papantla” dirigido con maestría por Felipe Collado montó “La señora carrerita” de su autoría. Y el domingo 6, el grupo de la escuela “Alejandro Cerisola” de Gutiérrez Zamora bajo la acertada dirección de la Dra. Isabel Sánchez Lima, montó la comedia en un acto “La fonda de las siete cabrillas” del homenajeado Emilio Carballido. El desempeño fue estupendo.

El teatro es un “festín efímero”, un mundo mágico en el cual se introduce el espectador mientras dura el espectáculo; el contenido y la forma son: diversión, arte, testimonio y mensaje. El encuentro de Teatro Emilio Carballido ´96 fue un impulso en esas coordenadas. Cayó el telón.