Poza Rica, Ver.- Esta ciudad se ha convertido en escenario del drama de miles de migrantes haitianos, centroamericanos y sudamericanos que por vía terrestre intentan llegar a EE.UU. persiguiendo el sueño de hallar una mejor vida.

Hombres, mujeres y niños, principalmente de Haití, están llegando en oleadas a Poza Rica, para posteriormente partir hacia el norte del país, siguiendo varias rutas: la primera tiene destino en la ciudad de Reynosa, Tamaulipas; la segunda es hacia Ciudad Acuña, Coahuila y la tercera es Chihuahua, donde radican muchos haitianos.

La pobreza y la inseguridad son los principales factores que los han obligado a dejar sus países. Aunque todos pretenden llegar a los Estados Unidos, consideran que pasar por México es su verdadera prueba de fuego. No todos lo logran, algunos por falta de dinero, porque son deportados o porque son alcanzados por la muerte.

La crisis humanitaria que se vive en países como Venezuela, Cuba, El Salvador y Honduras ha duplicado el fenómeno de la migración; sin embargo, la situación más grave, es la que se vive en Haití, donde miles de personas han salido tras el devastador sismo que arrasó la isla.

Entre la discriminación, el maltrato, los abusos y un sinfín de violaciones a sus derechos humanos, los migrantes esperan horas, días y hasta semanas para moverse de un lugar a otro.

En su afán de llegar a las ciudades fronterizas, han tenido que pagar los pasajes más caros, por el simple hecho de ser indocumentados. Indicaron que un boleto que costaba normalmente 1800 pesos, se los venden en 2 mil 500. Algunos taxistas cobran hasta 800 por acercarlos a Tuxpan, pero nadie les garantiza que no serán interceptados en el trayecto. Saben que es un riesgo que deben correr.

El problema principal radica en la falta de dinero y documentos para seguir su viaje. Algunos están inscritos en el programa de la COMAT (Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados), pero aún no les emiten respuesta, el proceso es lento.

A las afueras de la central camionera, Dutervil y su esposa Stephania, ambos haitianos, esperan ayuda: contaron a Vanguardia que salieron de Haití desde hace meses. Insisten en que la muerte del presidente Jovenel Moïse es la clara muestra de que nadie está seguro.

Ellos están varados por falta de dinero y al igual que otros, su única esperanza es que quienes tienen familia en Estados Unidos les manden dinero para seguir su viaje. Hasta ahora han gastado 10 mil dólares entre él y su esposa, quien es 7 años mayor que él.

A Dutervil no le interesa quedarse en México, ya es la segunda vez que intenta llegar a Estados Unidos; hace meses, dice, cuando estaba en Monterrey, lo regresaron a Tapachula Chiapas. “El día que llegue a Estados Unidos me sentiré satisfecho, muy contento”, finaliza.

SE APROVECHAN DE SU NECESIDAD

La vida de los migrantes es dura. Algunos tienen que dormir en la calle, pasan días y no pueden ni bañarse, hay quienes sólo cuentan con la ropa que traen puesta; y mientras hay quienes pueden comprar alimentos, otros esperan a que alguien, al menos, les regale un bolillo.

En esta caravana, según relata un venezolano de 23 años, han observado de todo. Desde aquellos que llevan comida y son solidarios, hasta otros que les condicionan sexo para darles una moneda, principalmente algunos miembros de la comunidad gay.

“Allá en Acayucan vi uno que ofreció 250 pesos a un compañero y aunque tenía esposa aceptó; yo las preferencias de cada quien las respeto, pero aprovecharse de la necesidad se me hace repugnante”, expresa.

En los siguientes días se espera la llegada a Poza Rica de una nueva oleada de migrantes, pues en Tapachula, Chiapas hay una caravana de más de 5 mil personas que están listas para avanzar hacia el norte.