Poza Rica, Ver.- En al menos 10 cruceros de la ciudad, todos los días niños son obligados a pedir limosna. Hay casos en los que van acompañados de adultos que los supervisan, mientras que en otros, les toca salir solos a las calles pero con cuotas diarias que deben cumplir al llegar a casa. Así es la explotación infantil en la ciudad petrolera.

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A la vista de las autoridades y sin investigación alguna por estos hechos, la explotación infantil en Poza Rica va más allá de solo pedir dinero en las calles; por años este negocio ha redituado miles de pesos en ganancias a personas mayores y a pesar de que es una actividad castigada con cárcel, nadie actúa para frenarlo.

Detrás de los menores que piden dinero hay una red organizada a veces por familiares y en otros casos por personas dedicadas a la trata de menores que reclutan a infantes que viven en las calles a quienes utilizan bajo la promesa de ofrecerles un techo, comida y protección.

Aunque las autoridades municipales tienen plenamente identificados los puntos donde a diario hay niños pidiendo dinero, solo se limitan a observar. Ver a un niño que limpia parabrisas o se acerca para pedir dinero, es de lo más común en Poza Rica.

“Ellos no quieren ayuda, lo que ellos quieren es seguir ganando dinero a costa de sus hijos, es un negocio muy rentable, ganan mucho más que un salario mínimo”, señalan en redes sociales usuarios que han sido testigos de personas que utilizan a menores para pedir limosna.

GANAN MÁS QUE ASALARIADOS

Por increíble que parezca, mientras personas con un trabajo fijo llegan a percibir no más de 300 pesos diarios, quienes piden limosna en las calles multiplican esta cifra con el uso de menores de edad a quienes obligan a trabajar en los cruceros.

Hay quienes reconocen que pedir dinero en las calles representa ingresos diarios de entre 800 o 1000 pesos. De ahí justamente deriva el hecho de que cada vez sean más personas las que salgan a los cruceros para pedir monedas; en realidad no les preocupa un horario, ellos dicen la hora en la que se retiran y cuánto quieren ganar. Tampoco ven como opción mandar a estos niños a la escuela, es evidente que les conviene más explotarlos y seguir generando recursos aunque a largo plazo no sepan leer ni escribir o se limiten a mendigar ayuda.

Algunos utilizan recetas médicas viejas que muestran a los automovilistas o transeúntes a los que piden “una ayuda”, otros simplemente estiran la mano en señal de necesidad.

En Poza Rica, usuarios del transporte público y automovilistas recalcan que dar limosa en las calles no representa un bien, sino todo lo contrario, pues lejos de ayudar a quienes estiran la mano se genera una práctica común y habitual.

Mientras el semáforo se pone en rojo, dos menores caminan por un crucero cerca de la plaza cívica, van decididos a obtener dinero. Uno de ellos insiste en limpiar el parabrisas de un coche, mientras que el otro, simplemente estira la mano para recibir una moneda y así es todos los días, pues ante la invisibilidad de las autoridades y la falta de regulación, explotadores infantiles llegan de otras regiones como la sierra norte de Puebla y con toda facilidad hacen de las suyas en una ciudad donde ha normalizado que niños de 5 años pidan dinero en las calles.

A pesar de que en Veracruz existe la ley número 573 relativa a los derechos de niñas, niños y adolescentes, al menos hasta el 2019, la entidad se situaba entre las primeras 10 a nivel nacional con más casos.

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