Papantla, Ver.-

(Vanguardia de Veracruz).- En Emiliano Zapata, los pobladores han sido testigos de múltiples casos de contaminación en los últimos 20 años; sus arroyos, pozos, potreros, naranjales, parcelas y huertos han sufrido una interminable lista de daños con hidrocarburo, gas, así como aguas congénitas, mismas que han acabado con la vida acuática.

Perros de agua o nutrias, camarones o burritos, diversas especies de peces, tortugas, entre otros animales coexistían en un ecosistema complejo y nutrido, que permitía que las familias tuvieran una fuente de alimento y agua de forma natural; pero hoy, de esa abundancia que la naturaleza dio a los pobladores de la localidad, no queda absolutamente nada.

El arroyo “El Frijolillo” ha sido afectado con toda clase de sustancias. La vida en este caudal se extinguió por completo en septiembre de 2018, cuando una fuga de hidrocarburo cubrió por completo este cuerpo de agua, que además es hasta la fecha, la principal fuente de abastecimiento de la localidad.

La presencia de hidrocarburo y algunos otros químicos en el cuerpo de agua ha provocado que las especies que habitaban en éste murieran; pero también hubo afectaciones por la contaminación en los hatos ganaderos y sembradíos cercanos, principalmente de cítricos y maíz; sin embargo, no hubo nunca un pago correspondiente a la indemnización.

Aquí, el gigante a vencer no es precisamente Pemex, sino Oleorey, una compañía que llegó a exprimir hasta más no poder los campos petroleros; incluso, haciendo uso de la técnica de “fracking”, la cual es altamente contaminante y que supone realizar perforaciones, así como explosiones subterráneas para estimular los yacimientos.

Tan sólo en esta comunidad, Petróleos Mexicanos concentra un total de 62 pozos, donde ni siquiera hay personal laborando; por lo que constantemente se presentan anomalías, y es hasta después de varios días cuando se atienden las fugas de hidrocarburo, lo que supone severos estragos para la flora y fauna.

Con los primeros rayos del sol del domingo 23 de septiembre de 2018, los pobladores de esta comunidad, asentada en el corazón del campo “San Andrés”, descubrieron lo que parecía una pesadilla: se trataba del más grande caso de contaminación en el caudaloso afluente. La alarma la dio un peculiar chillido que venía del cuerpo de agua.

Facunda N. relata que los vecinos salieron a ver de qué se trataba, y descubrieron una cría de nutria o perro de agua, como se le conoce en la región, que estaba completamente cubierta de aceite. El escenario parecía de película, pues alrededor había decenas de peces flotando en el afluente contaminado, por la espesa capa de crudo.

Según lo revela el Instituto de Ecología (Inecol) en su sitio web, los “perros de agua” son mamíferos semiacuáticos que se encuentran presentes en muchos ríos del estado de Veracruz; son carnívoros, y la mayor parte del año viven de manera solitaria, exceptuando la época de apareamiento y los primeros meses después del parto, porque las crías permanecen al lado de la madre.

Lamentablemente, la presencia de hidrocarburo en el agua, además de la probable ingesta de peces contaminados, provocaron que la madre de la nutria que fue rescatada, perdiera la vida, dejando huérfana a su cría; aunque se solicitó la intervención de la Profepa para que atendiera al animal y lo trasladara al Acuario de Veracruz, esto nunca pasó, ya que un día después tuvo el mismo destino que la primera.

Ni por la contaminación en el agua, ni por la muerte de cientos de peces o la pareja de nutrias, ni por los daños irreversibles en los mantos acuíferos de la región, hubo castigo o sanciones para Pemex u Oleorey.

La contaminación estuvo presente más de un mes en el afluente, arrasando por completo con toda forma de vida.