Es del hombre, la inmutable suerte,

paradoja inefable… indefinida…

envuelta entre la vida, va la muerte,

envuelta entre la muerte, va la vida

Poza Rica, Ver. (Vanguardia de Veracruz).- En efecto, nos envuelve la tristeza cuando un ser humano se marcha de esta vida, pero más aún cuando le tenemos afecto o cariño, o nos ligan a él lazos familiares cercanos…  este es el caso de Leonardo Zaleta Juárez, a quien tuve el privilegio de conocer desde mi primera infancia; Leo o “Pipis”, como cariñosamente le llamábamos, fue un joven ecuánime, alegre, estudioso, amigable, muy cariñoso con sus padres, ejemplo y guía de sus hermanos. Nació y creció cuando Poza Rica se formaba y se transformaba en municipio; el afamado barrio de La Vía, donde comenzaba la avenida Independencia, allá en el kilómetro 52, era el punto de reunión, sobre todo los sábados, para disfrutar los sabrosos molotes, garnachas, blanditas, enchiladas de baile y cueritos en vinagre; en franca acometida a estos antojitos, llegaron a encontrarse Leonardo y Beto Zaleta, Taurino Martínez, Rafael Vázquez, los hermanos Aguirre Bacerot y muchísimos compañeros más que representaban a la juventud de aquel entonces. Todos ellos conocieron y viajaron en la maquinita que corría de 52 a Poza Rica. Algunos estudiaron en la secundaria “Salvador Díaz Mirón” y preparatoria Poza Rica, no había otras escuelas de educación media.

Leonardo terminó su preparatoria y se fue a la Ciudad de México donde ingresó a la facultad de derecho de la UNAM… preparado ya profesionalmente se distinguió por sus piezas oratorias en eventos familiares y de carácter oficial. También incursionó en el arte de la poesía y se convirtió en un excelente declamador, amén de introducirse a la bohemiada, integrándose a tríos musicales que robaron el sueño a más de una agraciada jovenzuela. Su desempeño dentro de la administración pública fue variado y múltiple. Pero en 1969 le brota la espiga gramatical y escribe “Voces Negras”, su primer libro en cuyo interior se hayan cuatro cuentos: Los caminos ignorados, Los otros hermanos, Noches sin nombre y Las voces negras; relatos escritos en la bella capital veracruzana en 1969, mientras se desempeñaba como auxiliar en la secretaría particular del ciudadano gobernador. “Esa manifestación artística basada en el uso de la palabra y del lenguaje, tanto de forma escrita como oral” le abre la puertas a Leonardo Zaleta Juárez a los 27 años de edad; el incipiente escritor había dado su primer paso, nada lo iba a detener, se entregó de manera apasionada a las letras, nuevamente en la hermosa Xalapa nos volvimos a encontrar Leonardo y yo, precisamente en el parque “Benito Juárez”, histórico lugar donde me presentó a Rafael Junquera Maldonado, originario de Orizaba, compañero de trabajo de Leo y a la postre reconocido escritor por sus libros: “La eterna noche de Brumalia” y “Don Julián echa su gato a retozar”. Ahí, bajo la sombra de una enorme araucaria, me di cuenta que en el alma de Leonardo ya bullía el animoso germen de la intelectualidad.

Leonardo Zaleta, el prolífico escritor tuvo en su haber 31 libros que ampararon su basta cosecha literaria, 14 que rescatan la memoria histórica de Poza Rica y 5 dedicados a la hermosa ciudad de Papantla; su poética voz resaltó personajes, hechos, lugares, épocas, eventos culturales y políticos, etc., la magia de su ingenio talentoso lo motiva a escribir: “Teodoro Cano”, “La danza de los voladores”, “Tajín, misterio y belleza”; “Postales de Papantla” y el quinto libro “Serafín Olarte”, dedicado a la ciudad que perfuma el mundo, no lo presentó virtud a la terrible pandemia que asolaba por aquellos días. Cinco libros producto de su inspiración que dedicó a la milenaria tierra del papán. Papantla supo corresponder a Leonardo Zaleta en vida, los cantares que en prosa o en verso el magno escritor asentó en su libro Postales de Papantla, construyendo unas señaléticas en el parque “Israel C. Téllez” que orientaban al turismo, sobre todo internacional, a su paso por la capital del imperio totonaca.  Leonardo tenía agudeza, perspicacia para hacer sus escritos exaltando el lenguaje del pueblo, catorce obras literarias dedicó a Poza Rica, a saber:

“Poza de cuero”, “Poza Rica”, “Cantos a Poza Rica”, “Pilar de la cultura”, “Símbolos de Poza Rica”, “Las fiestas del petróleo”, “La tragedia del Cerro del Mesón”, “Personajes de Poza Rica” I y II, “Recuerdos dispersos” I y II, “El mural de Pablo O’Higgins”, “Petrolecturas”, extrañamente la última de sus obras fue “La final victoria”. Otros libros que se agregan a la fina estampa literaria de Leonardo son: “La guerra de independencia”, “El presidente peregrino”, “El lugar de la lluvia”, “La huasteca y el huapango”,  “El cambio imposible”, “Un libro abierto”, “Tihuatlán”, “Prisionero del canto”, “Agustín Lara”, “Memoria y destino” y “Voces negras”.

Leonardo hizo gala de una gran variedad de géneros literarios, con manifiesta claridad resaltó la historia de muchos acontecimientos que sucedieron algún día, en algún lugar de Veracruz, enriqueciendo con ello de una manera significativa el acervo cultural de nuestra sociedad. El libro que le llevó menos tiempo para escribir fue: “La final victoria” (año y medio), el que más duró, “Poza de cuero” (diez años); “Tajín, misterio y belleza” y “La danza de los voladores” se tradujeron al idioma inglés y alemán; el libro más vendido: “Tajín, misterio y belleza”, el cual le dio muchas satisfacciones; Leonardo nació en Poza de Cuero, fue registrado en Coatzintla y primeramente se inspiró en Papantla. Leonardo vivió, presenció y escribió los eventos últimos más importantes que ha tenido la humanidad, se dio el lujo de vivir ocho décadas, en dos siglos asombrosamente diferentes, abarcando dos milenios (donde un hombre nacido en una pequeña población cercana a Jerusalén estableció una nueva era: la cristiana).

El maestro Leonardo con sus letras, con sus estilos y técnicas muy poco usuales, estimuló nuestra mente y nuestro espíritu, de esta manera podemos decir que alentó nuestros sueños y fortaleció nuestras esperanzas; en su quehacer brilló todo, pero muy particularmente la luz de la razón, el entendimiento y el apasionado ánimo de vivir. Fue presidente de la comisión de honor y justicia de la Asociación Nacional de Cronistas, secretario general de la Asociación Mexicana de Cronistas, recibió la medalla “Dr. Obed Zamora”, obtuvo el primer lugar en el Congreso organizado por la Academia de Historia Regional de Texcoco, el 3 de julio de 2018 con el tema “Adolfo Rendón, el obrero que salvó a Poza Rica”. La Academia de Historia Regional de Texcoco le otorgó dos preseas:

“Tepuztlahcuilolli”, por su trayectoria historiográfica, sus crónicas testimoniales y el rescate patrimonial de su ciudad, mayo 6 de 2005, y la presea “Nezahualcóyotl”, por su trayectoria historiográfica y el logro de 100 mil publicaciones de su libro “Tajín”; en su 16 aniversario le otorgan “El mérito cultural 2004” por su incansable labor a favor del fortalecimiento de las manifestaciones artístico culturales que nos identifican -Casa de cultura Poza Rica, Ver.-, entre varias decenas de reconocimientos que recibió en su innumerable producción literaria.

Algo impactante en su vida fue el gran festejo “Cancún 50 años”, de cada estado invitaron a sólo una persona, la más distinguida; Leonardo llevó la honrosa representación del estado de Veracruz.

“Ese día -refiere Carmen Garcés, compañera de vida del célebre escritor- Leonardo se levantó temprano, desayunó mientras escuchaba una pieza musical, platicamos sobre algunos proyectos que teníamos pendientes, rato después salimos a comer, en el camino compró la revista Proceso, en el restaurante pidió brócoli, le gustaba mucho pero no se terminó la comida, hicimos algunos pendientes y luego pasamos a la casa de mi mamá, Leo me aguardó en el carro, cinco minutos solo paso a recoger algunas cosas, recuerdo que regresé de inmediato, cuando llegué al coche me dijo: no puedo respirar y velozmente nos dirigimos a la clínica, le aquejaba un dolor en el pecho, llegamos y fue atendido con premura, de hecho ya lo esperaban, todo esto estaba sucediendo en treinta minutos…” Ya en la clínica, después lo supimos, luchando los médicos en una batalla desigual le efectuaron varias maniobras de reanimación, pero el laureado escritor no respondió, en ese momento tenía una cita impostergable con su destino; eran las cinco de la tarde, más menos, de aquel lunes 15 de agosto del año 22.

Hondo problema que en la tumba helada

comienza a resolverse de este modo

residuo del placer… ceniza… nada

producto del dolor… un cielo… todo

Descanse en paz Leonardo Zaleta Juárez, mi amigo, mi primo, mi hermano, mi maestro

Rafael Martínez Zaleta