Poza Rica, Ver.- “No tengo dinero, ¿Qué quieres que haga?” así respondió el director del ISSSTE, Fernando Espinoza Gómez, al hijo de una mujer cuya vida se encontraba en peligro. El joven solo solicitaba la presencia de un especialista que ayudara a su madre, que había ingresado a ese hospital por un traumatismo de cráneo.

Lucila García Hernández era maestra jubilada; sus últimos 7 años los pasó enferma, con bolsas de colostomía sujetadas al abdomen, por lo que su hijo Manuel Alejandro Martínez Hernández, era quien la cuidaba.

El pasado jueves 9 de septiembre, Lucila y su hijo vinieron desde Castillo de Teayo a Poza Rica, a realizar unas compras a la tienda Coppel, ubicada en el bulevar Lázaro Cárdenas. Nunca imaginaron que ese viaje lo cambiaría todo.

LA LLAMADA AL 911

El reporte de una mujer que había rodado por las escaleras de la tienda movilizó a los cuerpos de emergencia. Eran las 13:40 horas cuando personal de la tienda urgió el auxilio.

Lucila había caído de manera estrepitosa y desde ese momento tuvo que ser ingresada al hospital del ISSSTE.

INICIA EL CALVARIO

Manuel Alejandro Martínez, hijo de la víctima, dijo que desde su ingreso al nosocomio les indicaron que no había médicos especialistas y que quedaría en observación.

Esa misma noche (jueves) le informaron que su madre había dado positivo a la prueba de COVID-19 y que sería llevada al área para este tipo de pacientes.

Así inició el descontento de la familia. La profesora Lucila no estaba siendo atendida por lo que realmente tenía (traumatismo craneoencefálico) sino más bien, a los médicos se les hizo fácil diagnosticar algo que el hospital sí podría tratar: el COVID-19.

Según el relato de la familia, ya habían pasado horas y nadie atendía el fuerte golpe que Lucila había sufrido. Fue necesario buscar quien valorara a la mujer, es decir, contrataron a un médico especialista de otro nosocomio quien, al emitir diagnóstico advirtió que se trataba de un traumatismo de cráneo y que era urgente una cirugía, además de dejar claro qué medicamentos debían suministrar.

Sin embargo, son tan malas las condiciones en las que se encuentra el ISSSTE, que no tenían ninguno de esos medicamentos, así que le pidieron a la familia que comprara al menos paracetamol para apaciguar el dolor.

“No lo podemos creer, por ahí tenemos la receta donde nos piden comprar paracetamol. Medicamento que tienen hasta en los dispensarios o cualquier clínica de rancho, o sea nos costó 12 pesos”, agrega Isaac González Hernández, hermano de la finada.

Y es que en efecto, la crisis económica que atraviesa el ISSSTE es tan grave que no hay médicos, tampoco medicamentos y lo peor es que el personal que atiende nunca muestra empatía con los enfermos o sus familias.

“Entré a hablar con el director y le dije: “piense que es su mamá, a poco no me haría el favor de traer un neurólogo”. Su respuesta fue: “No tengo dinero”, declaró Manuel Alejandro respecto al director y de quien advierte, “ya había recibido malas referencias”.

Al transcurrir de las horas, el estado de salud de la mujer empeoraba, por eso la familia buscó llevarla a otro hospital, pero el diagnóstico indicaba que no era conveniente.

Otros médicos de ese hospital fueron sinceros con la familia y les indicaron que tarde o temprano la mujer iba a morir porque estaba muy grave, por la abertura en la cabeza.

Cabe precisar que la Comisión Nacional de Arbitraje Médico considera negligencia el “descuido de precauciones y atenciones calificadas como necesarias; cuando a pesar de tener el conocimiento no se aplica y se provoca daño”.

Asimismo, la CONAMED considera mala praxis toda infracción de parte del médico del deber propio de su profesión y más concretamente del deber de actuar con la diligencia objetivamente exigida por la naturaleza del acto médico que se ejecuta, según las circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar”.

LA SOSPECHOSA MUERTE POR “CORONAVIRUS”

Durante la madrugada de este martes, la maestra Lucila fue reportada como muerta, pero la causa de la muerte fue lo que más hizo sospechar a la familia de que algo no andaba bien.

“Casualmente nos dijeron que fue por COVID y nos negamos a firmar porque ella ingresó por traumatismo de cráneo y se les murió porque aquí no hicieron nada, absolutamente nada”, narró el hijo de la víctima.

La familia, visiblemente molesta, dijo que se negaban a firmar la recepción del cuerpo porque en el certificado de defunción asentaron como causa del deceso falla orgánica múltiple y COVID-19, por lo tanto pidieron el auxilio de las autoridades, pero nadie pudo hacer algo debido a que cuando la mujer fue hospitalizada, el hospital no dio parte a la FGE por lo tanto, no iniciaron investigación a pesar de tratarse de un hecho violento.

Al sitio arribaron policías y peritos pero el hospital negó el acceso bajo el argumento de que ya un médico había certificado la muerte.

Las omisiones en las que incurrió el ISSSTE hacen pensar a la familia que se trata de una negligencia, pero hasta el cierre de esta edición ninguna autoridad había atraído el caso para investigar y conocer la realidad de los hechos.

Según el certificado de defunción 210995491, en poder de este medio, las causas del deceso fueron: falla orgánica múltiple, neumonía atípica, COVID-19, y finalmente se agrega el traumatismo craneoencefálico severo.

Por Clemente Hernández Reyes

Fotos: Ademir Lozano Neri