Al Dr. Celestino Pino Guevara

Con inmodificable afecto

Poza Rica, Ver.- (Vanguardia de Veracruz).-Había que tomar una decisión al respecto, ya que José Juan para asistir a la escuela ya estaba grande y su ciclo escolar terminado, lo que le impedía regresar; sin embargo, para ir a escardar a la milpa estaba pequeño. Así que un buen día su papá fue a ver al maestro a la escuela y le dijo: buenos días maestro, buenos días contestó el maestro, ¿Diga en que le puedo servir don José? Pues mire usted, yo quisiera que mi hijo aprendiera bien eso de los números, eso de las cuentas y también que aprendiera muy bien lo tocante a la escritura. Que aprenda bien a escribir una carta y si se pudiera mi estimado maestro-no me voy a dar por mal servido-enséñele a enseñar, creo que mi hijo José Juan aprendió y muy bien todas las clases que usted gentilmente le dio; pero el problema es que no sabe enseñar lo que sabe, no sé si me explico mi estimado maestro ¡claro que si se explica don José! Como quien dice, usted quiere que haga de su hijo un maestro, ¡exacto! Aseveró el interlocutor, bueno, dijo con mucha seriedad el maestro; esto nunca me había sucedido, yo vengo aquí a la escuela a enseñar y los alumnos vienen a aprender, pero enseñar a enseñar, se oye muy bien, creo que resultará muy interesante; hay muchas escuelas en el país que no funcionan por falta de maestros.

Su hijo es muy inteligente y podría ser que algo provechoso salga de esta plática; que venga mañana, yo le voy a indicar como y que va a estudiar ¡muchas gracias!, la colegiatura con todo respeto va de mi cuenta ¡que Dios lo bendiga!; y de esta manera José Juan estuvo dos años estudiando en casa, asistiendo un día a la semana con el maestro Ignacio Buenaventura.

Al finalizar aquel curso, inventado por un padre de familia y un maestro rural luego, luego, comenzó a dar sus primeros frutos, pues en ausencia del maestro por alguna comisión en la inspección escolar de Papantla, de inmediato se habilitaba a su exalumno y de esta forma las clases no se suspendían.

Ni tarde no perezoso el pueblo del Aguacate a José Juan le extendió el título de “maestro”.

El maestro Nacho Ventura, como cariñosamente le llamaban, muy lejos de sentirse opacado u ofendido, por la competencia que le hacia su exalumno, era todo lo contrario, refrendaba a cada rato la gran capacidad de aprendizaje que tenía, el ahora ya colega suyo en la instrucción primaria.

Meses después lleno de mucha emoción y gratitud, José Juan leyó el documento que su maestro le había entregado y que a la letra decía; “En la congregación del Aguacate, camino de Tuxpan, Veracruz; se otorga el presente Diploma al alumno José Juan Ruiz Valdés por haber llevado los cursos especiales de Gramática, Geografía, Historia y Matemáticas; para los fines que al interesado convengan, se expide el presente a los quince días del mes de septiembre del año de 1951.

Documento firmado por el señor director de la Escuela, Profesor Ignacio Buenaventura Santiago; como testigos el agente municipal Augurio Martínez Osorno y el juez auxiliar don Gudelio García”.

Un nutrido aplauso se escuchó de toda la concurrencia, acompañado de una “Diana”, interpretada por la orquesta que amenizaría esa noche el baile del grito de independencia. En aquella hermosa noche el pueblo del Aguacate, estaba presenciando el nacimiento de un nuevo MAESTRO.

Felicidades a todos los maestros en su día.

Por Rafael Martínez Zaleta