Poza Rica, Ver.– (Vanguardia de Veracruz).- “Cuando los guardias ven que la gente ya está llorando o saben quién ya va a morir, avisan al personal de la funeraria El Edén, o les piden a los familiares contratar los servicios diciéndoles que son más económicos o los pueden ayudar con los trámites, que sólo así es más rápido”, narra la familiar de un paciente internado en la clínica 24 del IMSS.

Vivir prácticamente afuera del nosocomio le ha permitido a Juana, nombre utilizado para resguardar su identidad, conocer cómo opera el personal del hospital para favorecer a una empresa funeraria con la que, aparentemente, tienen arreglos, misma que renta cuartos y departamentos a varios trabajadores del HGZ-24.

Juana narró para este medio que ha sido testigo de cómo el personal de esta agencia entra y sale del nosocomio “como si estuviera en su casa”, al grado de que ya hasta lo tienen identificado y responde al nombre de Carlos Alberto “N”. En contraste, el trato no es el mismo que reciben aquellos que llevan días e incluso semanas esperando noticias de sus familiares.

Por ejemplo, aun y cuando tienen derecho de cuidar a sus pacientes en recuperación, no les permiten la entrada o les sugieren ir a dormirse. “Vete para allá a dormir, allá rentan cuartos”, les indican.

Guardias, los que más avisan

Otra de las quejas declaradas es que mientras a los familiares de pacientes no les permiten salir a comprar, o en caso de alguna urgencia, al dueño de la agencia funeraria le permiten ingresar, ya sea por la entrada principal o por donde ingresa el personal.

“Bien fresco, ese señor entró por toda la orilla, entró 5 o 10 minutos y salió; entra por el acceso principal y por el acceso a personal”, recrimina la mujer que aceptó dialogar con Vanguardia.

De acuerdo con Juana, los que más pasan la información a los vendedores de servicios fúnebres son los guardias, pero también desde adentro coaccionan a los familiares para que firmen el contrato con El Edén, de eso se encargan las asistentes, principalmente Lizeth Lorena “N”, acusan.

De esta situación han enterado al director del turno de la noche, pero este respondió que “no puede hacer nada, pues ellas dependen de otra área”.

¿Horario para morir?

“Ya llevaba aquí varios días cuando una señora se me acercó y me dijo: ¿oiga ya sabe? ¿Ya se ha dado cuenta de que toda esta semana de 2 a 4 de la mañana hay muertos?, pero yo no había puesto mucho cuidado, pues que a veces me gana el sueño”, relata Juana, quien advierte que, de resultar cierto, sería algo delicado, pues para morir no debe haber un horario y el que las defunciones ocurran siempre a la misma hora se presta a malas interpretaciones. “… es mucha coincidencia que sólo en ese horario reportaran muertos”, esto ocurrió en la primera semana de octubre, según sostiene.

“Déjame a mi familiar, todavía no ha muerto”

Con voz entrecortada, Juana relató también cómo sufren las familias cuando les dan la noticia de que su paciente ha muerto, pero también hay casos en los que los guardias comienzan a ofrecerles los servicios de funeraria, pero ni siquiera han fallecido, lo que evidentemente es una falta de respeto.

“Una señora salió y le dijo déjame a mi familiar porque todavía no ha muerto, pero como ya lo iban a desconectar, creo que ellos investigan y andan para adentro y para afuera, para avisar a la funeraria”, indica.

“Están graves, pero no han muerto, ellos no son funerarios, pero ya están con esa misión de convencer al cliente (sic) hacen propaganda a la funeraria desde adentro; por eso le dije a uno de ellos, ¿estás vigilando o estás vendiendo?, por qué no te vas a vender allá afuera, tu trabajo no es funerario”, explica.

La mujer cuestiona cómo a la mayoría de las personas se les prohíbe acercarse aun y cuando tienen un enfermo que cuidar, pero a personal de El Edén le permiten ingresar y los mismos vigilantes hasta descuidan sus áreas de trabajo para ir a avisarles que “hay muerto”.

En el mismo hospital también hay personal que no se presta a este tipo de pactos, pero varios de los trabajadores, a decir de la entrevistada, reciben una especie de comisión por advertir sobre personas que ya murieron o están por morir, a quien más señalan es a uno identificado como Carlos “N”.

La narración de Juana coincide con lo relatado por familiares de pacientes del mismo hospital donde acusan maltrato, o aquellos que presuntamente ingresan por un problema mínimo y en seguida agravan; “aquí entran por una cosa y en cuestión de minutos cambia el panorama, les salen mil cosas”, remata Juana.

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